El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) es un tributo que grava el consumo de bienes y servicios en España. Los empresarios y profesionales que llevan a cabo actividades económicas están obligados a repercutir el IVA a sus clientes y a declararlo ante Hacienda cada trimestre. Para ello, deben llevar una contabilidad adecuada y cumplir con ciertas obligaciones formales. En nuestra asesoría en Pontevedra ayudamos cada año a decenas de empresas a liquidar el IVA correspondiente de sus actividades económicas a través de nuestro plan de gestión empresarial y asesoría.
Existen dos modalidades para gestionar y liquidar el IVA: el régimen general y el régimen simplificado. A continuación, te explicaremos en qué consisten cada uno y cuáles son sus ventajas e inconvenientes.
Régimen general
Este régimen es el aplicado por defecto a la mayoría de las actividades económicas. Consiste en calcular la diferencia entre el IVA repercutido (el que se cobra a los clientes) y el IVA soportado (el que se paga a los proveedores) para luego declararla a Hacienda mediante los modelos 303 (trimestral) y 390 (anual). El resultado puede ser positivo (a pagar) o negativo (a compensar o solicitar su devolución).
Ventajas: Permite deducir el IVA soportado en las compras y gastos relacionados con la actividad, lo cual reduce la carga fiscal. Además, permite aplicar diferentes tipos de IVA según el bien o servicio prestado (general, reducido o superreducido).
Inconvenientes: Requiere mantener una contabilidad más detallada y emitir facturas con el IVA desglosado. Además, implica adelantar el pago del IVA a Hacienda antes de recibirlo de los clientes, lo que puede ocasionar problemas de liquidez.
Régimen simplificado
Este régimen especial se aplica a actividades específicas, como la agricultura, ganadería, silvicultura o pesca. Consiste en calcular el IVA a pagar mediante unos módulos o índices establecidos por Hacienda en función de la actividad, el rendimiento, el personal empleado, entre otros. Se declara mediante los modelos 131 (trimestral) y 311 (anual).
Ventajas: Simplifica la gestión del IVA al no requerir una contabilidad detallada ni emitir facturas con el IVA desglosado. Además, evita adelantar el pago del IVA a Hacienda antes de haberlo cobrado de los clientes.
Inconvenientes: No permite deducir el IVA soportado en las compras y gastos relacionados con la actividad, lo cual aumenta la carga fiscal. Además, no se pueden aplicar diferentes tipos de IVA según el bien o servicio prestado, sino que se aplica un tipo único.
Como puedes observar, cada opción tiene sus ventajas e inconvenientes. Por ello, es importante elegir la que mejor se adapte a tu actividad y necesidades. Si tienes dudas o necesitas asesoramiento profesional, en Asesores Pontevedra te ayudamos a gestionar y liquidar el IVA de manera eficiente y segura. Contáctanos y te proporcionaremos información sin compromiso.